El acto de gritar no es igual al
acto de escribir. Se grita o se escribe, no se pueden hacer las dos cosas al
mismo tiempo. Así vengan los más románticos a decir que sí se puede, que todo
es cosa de cómo frotar las piedras, que en definitiva la poesía es un grito, y esas
cosas que dicen ellos. Pero no. Gritas, formas peos, tienes ganas de caerte a
coñazos, te caes a coñazos, y no puedes escribir un carajo. O, por el contrario,
decides escribir, estás escribiendo en unas medianas condiciones que puedas
hilar ideas y usar tus manos, con algún material que haga fricción con otro
material. Y no estás peleando, formando peos, ni cayéndote a coñazos.
Eso, por poner un ejemplo. Nuestra
vida, como se nos entrega, es rechazada por una cofradía. Los que guardan el
santo grial. Ellos saben quiénes son, no son guevones.
La poesía entonces es siempre una
mentira. O para decirlo de otra manera, esconde la verdad en un juego de
palabras, en una especie de código que solo entienden unos pocos. Los iluminados, digamos, usando el lenguaje de
la teoría de la conspiración.
El poema real no existe. Lo que
existe es una interpretación del hombre, en un metalenguaje onírico. Un poema
desde la rabia, por ejemplo, tiene que hacer uso de las herramientas que ofrece
el lenguaje más soez y vulgar. El odio se manifiesta por la peor ofensa, en un
lugar y momento determinado. Un poema erótico o desde el sexo ¿quién es el que
habla? ¿qué es poesía? qué rico culito
tienes mamita, es probablemente el verso más hermoso, más puro.
En consecuencia, la poesía, como es
entendida, es un escenario inexistente, un uso del lenguaje improbable,
acciones que no se pueden llevar a cabo. La metáfora se hace poema y no al
contrario.
¿Por qué actuamos de esa manera? ¿Qué
extraña razón mueve al hombre y a la mujer a ocultar lo que realmente disfrutan? ¿Qué hay en el disfrute que lo hace
tan mal visto socialmente?
II
Negarse a sí mismo, al parecer es el
principio de todas las cosas. Porque la gente conoce y disfruta lo que se dice
y cómo se dice, pero quiere escucharlo de otra manera. ¿Por qué? ¿Es como un
reto al hombre de hacerlo distinto? ¿Qué nos mueve a pensar, como especie, que
decir las cosas de distinta manera, es realmente poesía? Uno no le dice a la mujer. Ayer
“introduje mi pico de colibrí en tu flor”. No. Uno dice “ayer tiramos rico”. Ayer tiramos rico es un gran verso para
un poema. Algo así como:
Ayer tiramos rico,
en la tarde;
el perro no ladraba.
Sé que pudiera esforzarme más, pero
realmente ando en busca de otras verdades hoy.
Ando tras la búsqueda del motor del universo, que es la negación.
III
El hombre que escribe, siempre
tiene que hacerlo desde el canon, y el canon no admite bajezas ni obscenidades.
Ni todas esas vainas que uno disfruta en
la intimidad.
IV
La negación está en el código, en
el primer algoritmo. La base de la evolución. Esa forma exponencial de
creación, ¿hacia dónde nos lleva?
V
El capitalismo se apropió de la
negación. Creó la insatisfacción perenne.
VI
El hastío no es solamente social,
es biológico.
VII
Pensemos en la historia como
ciencia. El pasado llega a nosotros a través de documentos en donde se
registran hechos. Pero ¿cuáles hechos llegan hasta nosotros desde la
antigüedad? Sólo aquellos hechos extraordinarios.
De lo contrario, sería imposible entender el pasado. Por ejemplo, una persona
de 44 años, tendría que pasar 44 años viendo una película sobre su pasado, para
comprenderlo. Es decir que cuando tuviera 88 años es que medianamente podría
comenzar a hacer juicios sobre su vida (hasta los 44 años). Por eso recordamos
sólo un puñado de hechos que fueron poco comunes o inusuales en nuestras vidas.
Recordamos una visita al parque donde nos caímos. O cuando conocimos una linda
muchacha en el abasto. Pero recordamos muy poco las cosas cotidianas de nuestro
pasado.
Es como si la mente tuviera la
capacidad de armar una columna vertebral de recuerdos donde se cimienta nuestro
pasado, negando y aceptando, y desde donde podemos comunicarnos afectivamente
con los otros.
La negación, es pues, un mecanismo
en el cual el ser humano desecha lo cotidiano porque no es susceptible de registrarse. Los hechos comunes no son
dignos de contar. Volvemos al mismo punto, lo que vale la pena es lo escaso.
VIII
Usamos potentes condimentos en la
comida, salmueras, picantes. El sabor usual de la comida se hace insípido.
Desagradable incluso. Ese fenómeno es antropológicamente válido.