La
virtualidad no es nueva. No es la intención en este artículo de hacer una
revisión etimológica de la palabra “virtual” y “virtualidad”. Los datos que se
tienen demuestran claramente que la virtualidad proviene de la palabra virtud,
en tanto posibilidad de conectarse más allá de lo meramente corporal.
Es Santo Tomás de Aquino quien logrará
establecer la división entre lo corporal, que representa el mundo sensible, y
lo virtual que va más allá de lo real. Santo Tomás estuvo inspirado en las
ideas aristotélicas que dieron lugar al concepto de dymamis que está
relacionado con la potencia.
Sin embargo, el hombre desde los inicios
del proceso de hominización ha buscado reproducir mundos alternos.
Las pinturas rupestres en las Cuevas de Altamira
(al menos 35 mil años de antigüedad), por solo mencionar un ejemplo, son prueba
de que el hombre siempre ha buscado recrear realidades alternas y abrir los
portales de la imaginación a través de la activación sensorial.
De tal manera que pudiéramos decir que la
actividad cerebral, en ciertos estados como el sueño, o bajo la influencia de
sustancias, siempre ha podido abordar lo intangible de forma natural.
Cuando se lee, la mente tiene el poder de estimular
el cerebro. Así también las artes logran tal objetivo. Al decir de Edgar Morin,
refiriéndose al cine, “la visión sola – acompañada de una música vaga- ha
podido asumir la función y el papel de
los otros sentidos, reconstruir un universo multisensorial. ¿Quién se da cuenta
de que le falta una dimensión a la pequeña imagen fotográfica del filme? ¿Quién
se da cuenta de que el film no tiene olores?”
El hombre, a lo largo de la historia, ha
intentado reflejar la vida en su más amplio significado, por medio de los
signos y símbolos. A través del lenguaje, a través de lo pictórico y lo
escritural. Las pinturas rupestres del hombre primitivo lo demuestran. Allí es
donde el arte y la comunicación comienzan a hacer una historia que no tiene
solución de continuidad hasta nuestros días. La aparición de la escritura generó
la creación de nuevos espacios sensoriales y quizás no sólo la activación de lo
visual, sino que posiblemente, un vestigio remoto de lo que pudiera ser la
incorporación de lo auditivo en el proceso de comunicación. Porque en muchos
casos, lo escrito debía ser declamado para alguien o para una multitud.
Incluyendo movimientos, gestos, inflexiones de voz, que eran capturados por la
audiencia.
El cine no permitía ni la interacción, ni
la comunicación síncrona. Sólo generaba un espacio de comunicación asíncrono.
Teóricamente se veía algo que ya paso. La televisión, con la inclusión de las
trasmisiones vía microondas, permitieron la presentación de hechos en tiempo
real.
Sin embargo es la llegada de Internet y la
Era Digital lo que realmente
permite la interacción, rompiendo definitivamente con las barreras del tiempo y
el espacio.
El término virtualidad, referido a las
tecnologías de comunicación e información, basadas en lenguajes
computacionales, fue acuñado por primera
vez bien avanzado el siglo XX. “Parece claro que el significado actual del
término virtual que lo relaciona con internet y la alta tecnología informática
–como los simuladores de realidad– procede de la expresión “realidad virtual”,
acuñada por el informático Jaron Lanier a principios de los años 80”. (Antoni Biosca i Bas, 2009).
La pregunta fundamental es ¿hasta dónde
nos va a llevar el concepto de virtualidad? ¿Podremos algunas vez habitar
nuestros mundos alternos, nuestras realidades segundas, nuestros dobles cuánticos?
Es probable que las investigaciones recientes nos arrojen datos interesantes
sobre el desarrollo de tecnología que pueda activar los sentidos de tal manera
que no exista diferencia entre la virtualidad y lo estrictamente real en la Era Digital.
Carlos Zarzalejo
Hola Carlos, me gustaría que al final de tus blogs dejaras la bibliografía. Muy practicos e interesantes tus escritos. Soy Maria de Pilar Ramirez Salazar, me gusta el tema de Innovación Abierta.
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